Lo que es mío es tuyo. Consumo colaborativo

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17_redesEn los últimos años se habla mucho del consumo colaborativo, término para definir la manera de compartir, intercambiar, prestar y regalar. Gracias a este movimiento se están produciendo grandes cambios culturales y económicos en una sociedad cada día más global.

El término fue acuñado por Ray Algar en 2007, en el boletín Leisure Report, pero no se popularizó hasta 2010, cuando apareció un libro publicado «Lo que es mío es tuyo, el auge del consumo Colaborativo». A partir de aquí la idea comenzó a difundirse y es cuando la sociedad ha empezado a conocer este movimiento.

En los últimos tiempos nuestros hábitos estuvieron marcados por el individualismo, el afán de posesión, de tener todo a nuestro alcance y de acaparar incluso varias unidades del mismo objeto. Esto nos ha hecho olvidarnos de lo que representa compartir. Ejemplos claros podemos verlos sin ir muy lejos en casas con diversos equipos informáticos o televisores en varias habitaciones.

El concepto del consumo colaborativo nos lleva a romper el tabú y las barreras de la desconfianza a la hora de compartir nuestros propios recursos con un mundo global y sin necesidad de conocernos previamente. Es un modelo de confianza mutua que está siendo una gran revolución en los diferentes medios sociales y no tan sociales.

Las nuevas tecnologías son un pilar fundamental para la difusión de este nuevo modelo de consumismo y para que la confianza entre las personas sea plena. El cambio de mentalidad ha sido posible en gran medida gracias a los avances tecnológicos, que nos han brindado la posibilidad de comunicarnos con cualquier persona en cualquier momento y en tiempo real. Antes esto era muy complicado. La generación y creación de plataformas es otro de los grandes logros para su difusión.

La forma de pensar de la sociedad está girando y cambiando porque nos vamos adaptando a los nuevos tiempos del consumo colaborativo. La tendencia nos está llevando a consumir productos que no son de nuestra titularidad, o a poder utilizar algo propiedad de un tercero y a respetarlo como si fuera nuestro. Eso se está consiguiendo gracias a la confianza mutua que se está generando y retroalimentando en la sociedad.

La crisis económica global es otro de los pilares en este cambio. La sociedad se ha dado cuenta que no necesariamente necesitamos tener todo para hacer todo. Hay ejemplos muy evidentes para defender el consumo colaborativo. Si nos detenemos a pensar en algunos bienes materiales: ¿para que quieres comprar un taladro que sólo usarás durante 15 minutos en toda su vida o un coche que se pasa el 90% del tiempo aparcado?

Son claros ejemplos del consumismo imperante. Sin embargo, esta nueva moda de compartir supone un ahorro para nosotros y desemboca en un efecto menos nocivo para nuestro entorno. Se está llegando a la conclusión que pagar por el acceso a un bien, es más rentable que poseerlo.

La Tierra está llena de recursos, pero algunos de ellos se van agotando a un ritmo que no podemos sostener. Esos recursos son finitos y se hace muy evidente en ciertas zonas del globo. Con la fórmula del consumo colaborativo podemos hacer de nuestro planeta un lugar mucho más sostenible, donde los desperdicios, la basura, se reduzcan y reutilicen, y así alcanzar una sociedad donde compartir sea el lema.

“La tendencia es evidente: el acceso vence a la posesión. El uso y disfrute de un bien es mejor que su propiedad”
Kevin Kelly

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