Pretéritas imperfectas ante el espejo

Por

imperfectasPretéritas Imperfectas: a mis treinta y tantos sigue habiendo estados en mi vida inacabados

Según Wikipedia el pretérito imperfecto indica acciones o estados en tiempo pasado inacabados o en progreso. Y pone como ejemplo: mientras estudiaba había mucho ruido.

Yo como ejemplos pongo: mientras estudiaba me divertía, mientras me divertía me preocupaba, mientras me preocupaba aprendía, mientras aprendía amaba, mientras amaba tuve hijos, mientras tenia hijos trabajaba, mientras trabajaba y cuidaba de mis hijos me sentía culpable, mientras me sentía culpable me reencontré conmigo misma…

De ahí el título de este cuaderno de bitácora, Pretéritas Imperfectas, porque a mis treinta y tantos he hecho muchas cosas, pero sigue habiendo acciones o estados en mi vida inacabados o en proceso. Me quedan tantas cosas por hacer, aprender o acabar… y sin embargo otras tantas que quiero que sigan así, imperfectas, incompletas.

Me siento testigo y participe de un nuevo fenómeno social femenino. Se trata del reencuentro conmigo misma, con mi feminidad, con mi imagen frente al espejo, con la maternidad. Es como si, inesperadamente, me encontrase con una mujer nueva, no con la que había imaginado, pero sí con una que me gusta, aunque sea imperfecta

Hace unos años conocí a un tipo muy interesante, mayor que yo. Un madurito muy atractivo, de esos señores leídos y experimentados con mirada inteligente y sobre todo encantador. Después de una cena de negocios y una copa de más, me acercó en su auto al mío para que pudiera volver a casa. Cuando llegó la despedida, se abalanzó sobre mí y sobre mis labios.

No puedo negar que lo esperaba. En cierto modo lo temía y lo deseaba a partes iguales. Cuando conseguí zafarme de sus brazos y de su boca, y explicarle que se estaba equivocando, que yo estaba felizmente casada –cuestión que él sabía de sobra– se quedo mirándome a los ojos y con su mano en mi mejilla dijo: «estas en una edad muy mala».

Sintiéndome culpable y a la vez triunfante y deseada, de camino a casa no hacía más que pensar en esa frase «… una edad muy mala» ¿para qué? ¿por qué?

No lo entendí hasta tiempo después. Yo había deseado aquel momento, sin más, sin consecuencias. Me apetecía sentirme deseada por un hombre interesante y lo conseguí. Empezaba a encontrarme cómoda conmigo misma y capaz de conseguir esas cosas que no había logrado antes, por miedo, falta de confianza, prejuicios y demás.

Con todo esto quiero concluir que la treintena es esa edad muy mala en la que las mujeres tomamos conciencia de nosotras mismas, desarrollamos confianza, ganas y capacidad para hacer todo aquello que no hicimos en la veintena. Es como vivir una segunda adolescencia, pero esta vez conscientes y confiadas. Pretéritas, imperfectas… de camino a la plenitud.

©magazink.co